En España, los centros educativos pueden clasificarse de dos maneras distintas, según sea su grado de dependencia respecto al sistema escolar: dependientes y autónomos. Los primeros destacan por seguir un sistema vertical. En este tipo de centros, los planteamientos que siguen desde la dirección vienen impuestos desde la administración pública, siguen un currículum cerrado y no cuentan con estructuras participativas innecesarias. En los centros que siguen este sistema, más burocrático, si se quiere, la dirección ejerce únicamente funciones de control y gestión.
Los centros autónomos, por su parte, emplean un sistema horizontal y cuentan con planteamientos propios. El currículum que siguen es abierto, fomentan las estructuras participativas de padres, alumnos y profesores, puesto que entienden que la colaboración entre todos ellos es imprescindible. Este sistema, a pesar de ser más democrático, es más complejo de gestionar, ya que el centro se convierte en organizador. Asume un papel protagonista en lo que respecta a su organización interna.
Con la LOMLOE, ley educativa que se encuentra en vigor en España desde 2020, el estado se reserva una serie de competencias, contenidos y criterios de evaluación, a fin de que los títulos obtenidos en una comunidad autónoma sirvan para cualquier otra parte del país. Eso se complementa con la autonomía propia de las comunidades. Para aquellas que cuentan con una única lengua oficial, se reserva un 40% de los horarios, mientras que aquellas con una lengua cooficial cuentan con un 50% de los horarios.
A nivel mundial, entre los países con sistemas educativos más centralizados se encuentran Turquía, Portugal o Irlanda, mientras que los más descentralizados son Holanda, Nueva Zelanda o Hungría. Aquellos en los que las autoridades locales tienen un mayor peso en la toma de decisiones educativas son: Noruega, EE. UU. y Finlandia.
¿Cómo afecta cada tipo de sistema a los profesores?
En los centros dependientes, el papel del profesor se encuentra limitado por el currículum cerrado, que se impone desde la administración. Por tanto, su papel es el de mero reproductor de contenidos, ignorando la comunicación y cooperación con otros compañeros, e incluso con padres y alumnos.
Por contra, en los centros autónomos, el profesor es uno de los ejes del centro, ya que moldea el currículum en función de los conocimientos e intereses que quiere inculcar a sus alumnos, así como de sus experiencias personales.
El papel del homeschooling. Una reflexión a la luz del reportaje "Cuando la casa se convierte en escuela"
Para algunos padres, el debate existente entre centros autónomos y dependientes está superado. Ellos mismos son quienes se encargan de la educación de sus hijos, en primera persona, ejerciendo como profesores.
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Estado del homeschooling en el mundo (ALE) |
Los planteamientos de los padres y alumnos homeschoolers se encuentran recogidos en el vídeo "Cuando la casa se convierte en escuela" (2011), que visualizamos en la clase del 4 de octubre de 2021. En él aparece una familia residente en Simancas, en el cual los dos hijos siguen la educación desde casa. Al no poder disponer de un título educativo válido en España, están matriculados en una escuela a distancia en EE. UU., por lo que después pueden convalidarlo aquí.
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Adina explica la distribución del hogar-escuela |
Adina y Radu son educados por su madre, Sorina Oprean, quien además es miembro de peso de la Asociación por la Libre Educación. Explica cómo, según ella, el sistema educativo español, al que califica de "decimonónico" debe ser replanteado, por las altas tasas de fracaso que genera. Al mismo tiempo, pide que se dignifique y se acepte este tipo de educación.
Los niños no se sienten llamados por el sistema tradicional, aunque ambos destacan que les gustaría llegar a la universidad. Sorina destaca que una de las grandes virtudes de su metodología es que los niños culminan antes su proceso madurativo, al tiempo que aprenden una gran cantidad de conocimientos. En el caso de Radu, este toca el piano y el violín, practica solfeo y el taekwondo y habla español, rumano, japonés e inglés. Adina toca el violín, la flauta, practica el canto y habla japonés.
En mi opinión, el homeschooling debería estar prohibido (y como tal, perseguido por la ley) en España. En nuestro país, la escolarización es obligatoria entre los 6 y los 16 años, algo que este tipo de familias cumplen amparándose en recovecos legislativos, como es el caso de estar matriculados en escuelas a distancia.
Si bien las diferencias socioeconómicas entre los alumnos son evidentes y palpables en el sistema educativo tradicional español (aunque no por ello menos despreciables, puesto que no deberían existir), la educación desde casa va más allá, permitiendo a los alumnos de clase alta autosegregarse del resto del alumnado, recibiendo así una educación acorde a su situación económica.
En otros aspectos, el homeschooling es, evidentemente, deficiente. En primer lugar, por la confusión deliberada que se produce entre padres y profesores. Aunque ambos tienen como cometido en nuestra sociedad educar a hijos y alumnos, cada uno debe hacerlo desde su parcela, ya que los profesores cuentan con conocimientos y recursos específicos de los cuales, necesariamente, carecen los progenitores.
Además, en el sistema educativo presencial, el aula se convierte en un lugar de convivencia, en el que no solamente se aprenden conocimientos, sino que la interacción con los iguales (alumnos) y los asimétricos (profesores, director, etc.), da como resultado una adaptación del alumno a los diferentes contextos y personas que se va a encontrar a lo largo de su vida. El proceso de aprendizaje es mucho más vívido y completo.
En definitiva, para mí, permitir el homeschooling no es más que permitir que familias adineradas "salten del barco" en el que la inmensa mayoría de la sociedad está viajando: el sistema educativo, solamente porque, con su dinero, pueden permitirse solucionar las fallas del mismo.
Buenas Víctor. A mí, pensándolo fríamente, me parece que deberían poder coexistir, por eso de que, cuantas más opciones des, mejor; aunque es evidente que, como bien dices, los únicos beneficiados, salvo honrosísimas excepciones, serían los ricachones de siempre.
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